Quien, como nosotros en EL LIBRO DE SU VIDA, sienta pasión por la obra y la vida -en un sentido casi novelesco- de Salvador Dalí, no debería dejar de leer esta primera parte de su autobiografía (la completaría más tarde «Diario de un genio»), publicada en Estados Unidos en 1942, en medio de la sangrienta contienda bélica mundial que el autor viene a considerar poco menos que una minucia comparada con la ebullición de su propia mente.
Sus páginas recorren su infancia en Figueras, su desembarco juvenil en Madrid y sus primeros viajes a Francia y a los Estados Unidos, hasta llegar a un presente en el que el pintor da por agotado el surrealismo y gira hacia el clasicismo, la tradición y un ardiente catolicismo. A lo largo de las mismas Dalí se revela en estado puro, desinhibido y casi en carne viva. Solitario, individualista a ultranza, convencido casi desde niño de poseer una «exclusiva personalidad», y atrapado por la «necesidad constante y feroz de sentirme diferente«.
Un Dalí al que le aterra la «violencia física» del coito y que en la pubertad se convierte en un onanista pertinaz (no parece casual el título de una de sus obras más conocidas: «El gran masturbador«).
Un artista tan tempranamente diestro con el lápiz y el pincel como absolutamente negado para las cosas prácticas de la vida, tal como aprenderse el alfabeto, cobrar un cheque en el banco, o simplemente viajar en metro (experiencia que le aterrará la primera vez).
«Vida secreta de Salvador Dalí» nos descubre a un genio que, a comienzos de los ’40 del pasado siglo, goza ya de prestigio pero está aún en proceso de consagración, lejos de la fama universal que vendría después. Un artista obsesionado con el dinero tras atravesar serios apuros económicos, pero que cuenta ya con una aliada que, de algún modo, se ha hecho con las riendas del «negocio»: su idolatrada Gala .
Repleta de anécdotas, citas enmarcables, confesiones impúdicas y excentricidades descacharrantes, pero también de disquisiciones filosóficas y apuntes sobre la cultura y el pensamiento de su época, la autobiografía de Dalí es mucho más que un desmesurado autoelogio del autor -que sin duda lo es-. Se lee con amenidad y sorprende por una elaboración literaria que no sospechábamos. Tanto es así que nos surge la sospecha: ¿Realmente la escribió él, o es obra de una pluma de alquiler?